La película que sirve de despedida como actor para Clint Easwood a sus 80 años, lleva ya recaudados 130 millones solamente en la taquilla estadounidense. La película cuenta la historia de Walt Kowalsky (Eastwood), un viudo jubilado cuya vida gira en torno a beber cerveza en el porche, cuidar de su Gran Torino y su visita mensual al barbero. Pero todo cambia un día después de un incidente con su coche ( un Gran Torino), y acabará por hacer buenas migas con sus vecinos de origen asiático.

Técnicamente no hay ninguna pega respecto a la película, es tranquila y pausada, no necesita de complejas escenas de acción y rápidos movimientos de cámara para enganchar al espectador. Pero para nada aburrida, cuenta una historia emotiva y apasionante. La historia es acertada, no aburre al espectador con largos y filosóficos dialogos y no le cansa con escenas de acción o tensión, de hecho hay muy pocas de estas escenas, y las que hay muy bien puestas.

Los personajes son carismáticos y simpatizas rápidamente con ellos, por supuesto cabe destacar la actuación de Clint Eastwood, pero no se quedan atrás las de los secundarios. Sobretodo las actuaciones del joven vecino Thao (Bee Vang) y su hermana Sue (Ahnney Her). Algunos de los secundarios, sobretodo los orientales se les nota que no son ni actores profesionales, pero aún así Eastwood como director sabe hacer de ello una ventaja dandole autenticidad. En definitiva es una película para despedir una larga carrera por todo lo alto, altamente recomendable.

Lo Peor: algunos pandilleros pueden parecer algo ridículos, pero por destacar algo, no hay nada malo en la película destacable.