En esta película nos encontramos con una vuelta de tuerca mas a la guerra entre los licántropos y vampiros. Si en la primera parte cuentan el principio del fin de la guerra y en la segunda los orígenes de las dos especies, en la tercera parte de la saga cuentan el origen del enfrentamiento a golpe de espada en la Europa medieval.

La historia aunque animada por las escenas de acción entre vampiros y hombres lobo no deja de ser demasiado típica. Una vampiro de la casta gobernante se enamora de un esclavo licántropo, especial por ser el primero en controlar los instintos animales de su raza. Por supuesto su amor traerá una historia de revolución y venganza que hará temblar los cimientos del orden establecido. Pero no se podía esperar más, además ya se conoce el final de la historia (por ser una precuela, claro), por lo que tampoco mantiene en tensión al espectador por ver el desenlace.

Las actuaciones son algo mediocres, pero no por los actores, si no por unos personajes bastante planos y ramplones. Cabe destacar las actuaciones de Michael Sheen como Lucian, líder de los hombres lobo y la de Bill Nighy como Viktor, el tirano gobernante vampiro. Son destacables por ser bastante correctas, e incluso con Michael Sheen se ve un verdadero esfuerzo por dar algun matiz interpretativo a un personaje ya de por sí plano. Rhona Mitra no hace un mal papel como guapa vampiresa, pero carece del encanto de Kate Beckinsale, embutida en su ajustado traje de cuero negro, como protagonista en las dos películas anteriores. Respecto a los secundarios, aunque los hay, casi se podría decir que brillan por su ausencia. No se les aprovecha nada, da la sensación de que son marionetas que van de un lado a otro sin motivación.

El plato fuerte es sin lugar a duda la acción. A golpe de espada nos muestran escenas increíbles luchas entre los hombres lobo y los vampiros. El montaje es algo confuso y caótico, lo que hace perder toda la emoción y tensión en las escenas de acción, dando lugar sin más a entretenimiento. La sangre, decapitaciones y violencia son las protagonistas de muchas escenas, pero con unos efectos digitales algo pobres y un maquillaje bastante simple (como los hombres lobo, que los hemos visto mucho mejor en el cine, o los brillantes ojos azules de los vampiros que cambian de color sin motivo) hace que no te acabes de meter dentro de la película. Pero en definitiva entretiene, la acción no decae ni un minuto y mantiene al espectador atento.