La película guionizada y basada en el libro de John Ajvide Lindqvist comienza desconcertando al espectador, unas pequeñas letras blancas que te hacen forzar la vista para poder leerlas, sobre un fondo negro y lúgubre y sin música de acompañamiento, dan lugar a los créditos iníciales. Este silencio es interrumpido por una voz, voz que dice “chilla, chilla como un cerdo” y aquí, comienza el escalofriante cuento de hadas que hacen del film, “Déjame entrar” una obra maestra del cine de ciencia-ficción.

El director Tomas Alfredson nos muestra la relación entre Oskar, un niño de 12 años que sufre acoso escolar y Eli una niña que llega al barrio, justo cuando una serie de asesinatos azotan la zona.

La película sueca, es importante remarcar que es Europea y así apoyar el cine más cercano a nosotros, por que no todo el cine que merece la pena es americano.

Como decía, la película consigue que te den escalofríos, ya no solo por la fría Suecia reflejada a finales de los 80, en la que el director ha conseguido que ese frio cale en los huesos del espectador si no, por la misteriosa niña con mucho caracter, que debe conseguir sangre para poder sobrevivir y no siempre de las mejores maneras, si…, es una película de vampiros, pero nada que ver con la edulcorada Crepúsculo.

Con la película volvemos a la idea inicial de los vampiros, seres que se alimentan de sangre, nada de vampiros que brillan con la luz del sol y la idea de que los protagonistas sean niños es simplemente brillante.
Recomiendo totalmente, la película ganadora del Melies de Oro en Sitges, va a ser el mejor dinero invertido en el cine últimamente.

Lo Mejor: los actores, la fotografía…
Lo Peor: que los adolescentes la puedan comparar con Crepúsculo y prefieran a Robert Pattinson.